18 de abril de 2010

Colección Luján Funes

Las tareas esenciales del museo, son tomadas por Funes como el motor de un ejercicio cotidiano.
Seguramente, al decir de Georges Perec, sus movimientos fueron inducidos por el “pánico de perder sus huellas“ y así surgió en ella “el furor de conservar y clasificar”.
La realidad es que a Funes esta parafernalia de seguimientos la ha ayudado a darle obsesivamente a las cosas un lugar, y recuperar un espacio más ordenado, mientras su cabeza es aún un caos de ideas intentando organizarse junto con los mismos objetos que manipula y archiva.
Su lugar es el desorden. O por lo menos es lo que parece desde afuera.
Ahí junta, observa, clasifica, guarda, categoriza, tapa, descubre, encuentra, tapa, envuelve haciéndolo durante intensas horas .
Podríamos decir que es el colmo del trabajo inútil, sobre todo en la insistencia y desesperación que pone al ejecutarlo.
Sobre todo en el empeño.
Eso lo hace más inútil aún.

Con su colección de revistas no sufre, pero se marea. Es demasiada información banal. ¿Es por eso que tapa y pinta tapando? En un acto ritual y monótono el objeto es obligado a entrar en un silencio tal que es posible escuchar el mínimo sonido de su secreto.

Pero... ¿De qué se ríe Funes?

Lic. Alberto Bottino Otero
Mayo 2009

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