18 de abril de 2010

Colección Laura Andreoni o el Juego de Lautreamont

“Seres y objetos están ligados, y los objetos cobran en esta complicidad una densidad, un valor afectivo que se ha convenido en llamar “su presencia”.Lo que constituye la profundidad de las casas de infancia, la impresión que dejan en el recuerdo es evidentemente esta estructura compleja de interioridad, en la que los objetos pintan ante nuestros ojos los límites de una configuración simbólica llamada morada.” (Jean Baudrillard. El sistema de los objetos.)
Es el caso de la colección Andreoni o el Juego de Lautreamont. A lo largo de muchos años fue conformándose este cuerpo de objetos que irradian el halo de su presencia.
El hallazgo o la elección de cada pieza implica posiblemente el haber desechado otras piezas con características que desconocemos. Sellos, frascos, pequeños metales oxidados, ojos de vidrio, plumas, papeles chinos, juegan en sus cajas, el juego de Lautréamont.
Podemos observar que cada pieza tiene marcas de superficie o estructurales, ya sea por pérdidas sufridas por el trato previo a integrar la colección, o por las condiciones a las que fue sometida a lo largo del tiempo.
El fragmento, lo roto, lo inconcluso, lo mutilado son el lugar común de estos objetos. Metáforas de lo perdido más allá de la memoria posible. ¿De dónde provienen? O En todo caso ¿En lugar de qué espacio originario están ellos preguntándose sobre sí mismos? Entonces: ¿Qué reemplazan estas partes escindidas de un todo difícil de precisar? Se presentan ante nosotros como habitantes quietos de desvanes abandonados hace un tiempo infinito.

Ahora, puestos frente a este conjunto irregular de objetos, nos queda reservada la tarea de intentar una clasificación y catalogación de los mismos que nos permita su estudio y conservación o, más bien, su entrada en nuestro propio futuro.

Lic. Alberto Bottino Otero
Mayo 2009

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